Natan Waingortin Ch.

Hola. Me llamo Natan Waingortin Chichotky. Mis papás se llaman Eduardo y Gachi. Tengo tres hermanas: Yael (18), Eliana (14) y Tali (8).
Estudio en el Instituto Hebreo, en 8º "B".
Los sábados voy a Bet-El, donde lo paso súper bien.
Me gusta la computación, la música (sobre todo tocar órgano, armónica y acordeón) y jugar Squash.
Estoy muy feliz de realizar mi Bar Mitzvá porque significa no sólo tener nuevas responsabilidades, sino también tomarme más en serio la tarea de mejorar el mundo.

Vaiakel - Pekudei

Esta semana leemos dos Par-shiot: Vaiakel y Pekudei con lo que terminamos el libro de Shemot. En Parashat Vaiakel, Moshé congrega a los hijos de Israel. Les indica la importancia del Shabat e inmediatamente les da las instrucciones para construir el tabernáculo, nombrando a Betzalel como artista a cargo de la obra. D's otorga talento y sensibilidad a Betzalel y a todo el pueblo. Todos donan oro, plata y piedras preciosas. La generosidad es tanta que Moshé debe pedir que no entreguen más donaciones.
En Pekudei, Moshé rinde cuentas ante el pueblo de los gastos de la construcción. El 1º de Nisán del segundo año en el desierto, es erigido el Mishkán. Se concluye la obra y Moshé bendice al pueblo. Finalmente, la nube de D's se posa sobre el tabernáculo, por lo que Moshé no puede ingresar a él.
La palabra Vaiakel (congregó) tiene la misma raíz de Kehilá, comunidad. Moshé congrega al pueblo para construir el Mishkán. De aquí aprendemos cómo debe ser una comunidad, una Kehilá.
Cuando D’s da la orden de entregar donaciones, dice “Veikju li trumá” que significa “tomen para Mí ofrendas”. ¿Por qué usa el verbo tomar en vez de dar? Porque cuando uno da de corazón, es más lo que recibe que lo que entrega. De hecho, la palabra “trumá” (donación) tiene la misma raíz de la palabra elevación, porque el que da se eleva espiritualmente.
D's le pide al pueblo que construya un lugar donde Él pueda morar. Pero, ¿acaso D's necesita un lugar físico para vivir? Nuestros sabios decían que D's vive donde lo dejan entrar. ¿Por qué D's mora en el Mishkán? No por su belleza física, sino por haber sido construido con amor. Todo el pueblo puso lo mejor de sí con entusiasmo y dedicación. Por eso hubo allí santidad.
Podemos entender que los B’nei Israel, que venían saliendo de Egipto, creyeran que D's necesita una casa para vivir y se les hubiera ocurrido la idea de construir un santuario. Pero ¿cómo entender que sea D's quien pide la construcción del Mishkán? Esto nos enseña la empatía. Empatía es saber ponerse en el lugar del otro, es hablar en un idioma que el otro pueda comprender, tratar de entender sus necesidades. Eso es lo que D's hace con su pueblo, y eso es lo que deberíamos hacer nosotros con la gente que nos rodea.
Existe un paralelo entre la creación del mundo y la construcción del Mishkán. D's crea el mundo como una muestra de Su amor a la humanidad; nosotros creamos el santuario como muestra de nuestro amor a D's. Nuestras comunidades, entonces, deben ser una muestra de nuestro amor a D's.
El Arca de la Alianza, donde se guardaban las Tablas de la Ley, estaba recubierta de oro por fuera, y también por dentro. ¿Por qué por dentro si el arca permanecía siempre cerrada? Es para enseñarnos una lección de integridad y coherencia. Debemos ser como el arca: nuestros pensamientos y nuestras acciones deben ser iguales, y ambos, para el bien.
El Arca de la Alianza estaba protegida por dos querubines que la cubrían con sus alas. Uno podría pensar que si se trataba de proteger algo tan valioso como la Torá, tendría que haber habido gárgolas, monstruos o figuras de soldados armados. Y sin embargo, los querubines tenían cara de bebés. Esto nos enseña que la mejor manera de proteger la Torá es a través de los niños, o sea, dando educación judía a las siguientes generaciones.
Finalmente, las caras de los querubines no miraban al Arca, como se podría esperar, sino que ambos se miraban a los ojos. De aquí aprendemos que la santidad se logra cuando somos capaces de mirarnos a los ojos, estableciendo relaciones personales sinceras con los que nos rodean.
Es por eso que una Kehilá, una verdadera comunidad, debe tener lo que nos enseñan estas Parshiot: entrega generosa, empatía, amor a D’s, coherencia, educación judía y relaciones humanas sinceras. Ojalá podamos construir nuestra comunidad con estos valores.

Shabat Shalom
Natan Waingortin Ch.

Vaikrá

La Parashá de la semana que empieza se llama Vaikrá y con ella comienza el tercer libro de la Torá, Levítico.
D’s llama a Moshé y le entrega leyes sobre los distintos tipos de sacrificios. Los cinco sacrificios principales son: Olá, Minjá, Shelamim, Jatat y Asham.
En los casos de daño a un semejante, primero había que reparar el daño, agregándole un quinto de su valor. Sólo después podía ofrecerse el sacrificio y ser perdonado.
La gente de esa época creía que los sacrificios eran la única manera de comunicarse con Dios. Mientras los otros pueblos realizaban sacrificios humanos, la Torá los reemplaza por ofrendas animales, como una etapa intermedia para eliminar esta práctica y cambiarla finalmente por la oración, considerada “el sacrificio de nuestros labios”.
La herramienta ha evolucionado. Pero lo que no ha cambiado es la necesidad humana de relacionarse con D’s. Si analizamos los diferentes tipos de sacrificios podemos ver las distintas maneras que tenemos para comunicarnos con Dios.
Una ofrenda es “Olá”, donde el animal debía quemarse entero. Es un rito que tiene como único beneficio, el haberlo realizado. Nadie más saca provecho de él. Así, ciertos ritos, como rezar, o comer Kasher, no ayudan a los demás, pero nos ayudan a sentirnos bien con nosotros mismos.
Otro sacrificio es “Shelamim”, que se realizaba para agradecer. Aquí el animal era comido por toda la familia y por los sacerdotes. Representa al rito que se comparte con los demás. Cuando hacemos Tzedaká, visitamos a un enfermo o recibimos un invitado, estamos cumpliendo con lo que Dios espera de nosotros, y a la vez, ayudando con los demás.
También estaba el sacrificio de “Jatat”, que se realizaba para pedir perdón. En este caso, antes de matar al animal, había que confesar el error y compensar a la víctima. Eso enseña que el rito debe ayudarnos a arrepentirnos, reparar los daños y pedir perdón.
Nuestra relación con Dios debe ser un motor que nos haga dedicarnos a los demás, ser solidarios, compasivos y justos, tomar conciencia de nuestros errores y juntar el coraje para pedir perdón.

Shavúa tov
Natan Waingortin Ch.

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