|
Sheminí
En el octavo día de la inauguración del santuario,
Aarón y todo el pueblo trae ofrendas vegetales y animales por expiación.
D’s le permite al pueblo acercarse al Santuario a través de sus Mitzvot.
Nadav y Avihú, hijos de Aarón traen un fuego extraño al altar por lo
que murieron. Moshé intenta consolar a su hermano Aarón, quien sufre en
silencio.
La Torá detalla que entre los animales que hay sobre la tierra,
únicamente los que rumian y tienen la pezuña partida son Kasher. De los
animales que viven en el agua, sólo los que tienen aletas y escamas. Se
enumeran las aves e insectos no incluidos entre los alimentos permitidos,
señalando en especial que ningún reptil será Kasher.
Concluye la Parashá con un énfasis entre lo puro y lo impuro, tal como
al comienzo enfatizó a Aarón y sus hijos la necesidad de separar entre
lo sagrado y lo profano, lo puro y lo impuro.
La Parashá de esta semana nos habla de las leyes de la Kashrut. Una cosa
interesante, es que entre los animales impuros está la jasidá
(cigüeña), la cual no es de rapiña, por lo que no nos queda claro por
qué fue prohibido su consumo. Más aún se nos complica esta decisión
cuando vemos que los rabinos establecieron que la Jasidá se llama así
porque hace mucho Jésed (benevolencia). ¿Qué mejor que haberla
declarado Kasher y que sea un ejemplo para nuestras vidas? Es entonces que
nos explican que la Jasidá hace mucho Jésed, pero sólo a los de su
especie.
El mensaje que nos da esta situación es que debemos ser bondadosos, pero
nuestra bondad no debe tener límites. No sólo debemos ser bondadosos con
nuestra familia, nuestro grupo o nuestro pueblo, sino que debemos estar
dispuestos a ayudar a quien necesite de nosotros.
Por eso, lo que se espera de todo judío es que sea capaz de “letakén
Olam vemaljut Shadai” “Mejorar al mundo con la inspiración de D’s”,
lo cual no puede ser cumplido a cabalidad si no podemos hacer Jésed con
quién lo necesite.
Shabat Shalom
Nicolás Cosio Lewis |