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Vaikrá
El Libro de Vaikrá, que comenzamos a leer esta
semana, también se denomina Torat Kohanim (Las Leyes de los Sacerdotes).
En su mayor parte trata de los sacrificios que se presentan en el Mishkán.
El primer grupo de ofrendas se denomina ofrendas ígneas (Olá), y se
realizaba con animales. Se describen además las distintas ofrendas
vegetales (Minjá), parte de las cuales se queman en el altar, mientras
que el resto lo comen los Kohanim. Se prohíbe mezclar levadura con miel
en las ofrendas. Luego se explica el proceso de la ofrenda pacífica (Shelamim),
parte de la cual es quemada en el altar y la otra parte comida.
La Torá prohíbe comer sangre y jelev (cierto cebo de los animales). Se
detallan los sacrificios expiatorios (Jatat), que expían los pecados
cometidos por error, tanto por parte de el Kohén Gadol como por toda la
Comunidad.
Se enumeran las leyes de las ofrendas de culpa (Asham) que expían ciertas
transgresiones verbales y pecados relativos a las leyes de pureza ritual.
Se detallan las ofrendas vegetales que deberá presentar aquel que no
pueda afrontar los gastos de la ofrenda de culpa normal.
Cuando la Torá presenta las distintas especies que se podían sacrificar
(vacunos, ovinos, pájaros y sémola) agrega la frase “un aroma
agradable para D’s”. ¿No habría bastado con decir que la sémola es
agradable para D’s y en base a eso hubiésemos podido deducir que el
resto de las especies lo eran también? Quizás, pero un rabino enseñó
que algunos podrían haber pensado que si la sémola es agradable para D’s,
los pájaros, que son más caros y preciados, lo son aún más, y por lo
tanto los ovinos son más importantes que los pájaros y las vacas más
importantes que las ovejas, con lo que concluiríamos que un sacrificio
presentado por una persona de recursos sería “más aceptado” que uno
de una persona más modesta que sólo podía llevar sémola. Por esta
razón la Torá escribe luego de cada categoría “un aroma agradable
para D’s”, como queriéndonos decir que todos somos igualmente
importantes para D’s, y lo que realmente cuenta en nuestro corazón y
nuestras intenciones.
Shabat Shalom.
Paul Knapp Dimonte. |