por Rabbi Irving Greenberg La abrumadora mayoría de los seres humanos que habitan el mundo han vivido siempre en la pobreza y bajo opresión, y sus vidas han sido puntuadas por la enfermedad y el sufrimiento. Pocos escapan a los daños de las enfermedades; menos aún son los que superan los problemas de la ancianidad (a menos que tengan una muerte prematura); y nadie, hasta la fecha, se ha salvado de morir. La mayor parte de los millones de seres sin rostro y sin nombre saben que el mundo es indiferente o incluso hostil. Estadísticamente, la vida humana tiene poco valor. Los postergados y los pobres aceptan su destino como algo que no pueden cambiar; los poderosos y los exitosos aceptan la buena fortuna como lo que les corresponde. El poder, más que la justicia, pareciera ser la fuerza gobernante. La religión judía afirma otra cosa: el judaísmo insiste que la historia y la realidad socioeconómica y política en la que la gente vive eventualmente será perfeccionada; mucho de lo que es percibido como la norma de la existencia humana en realidad es una desviación de la realidad final y suprema. ¿Cómo sabemos que es así? Debido a un evento concreto de la historia: el Éxodo. Nótese la paradoja: La misma idea de que gran parte de la historia -la realidad presente, en sí misma- es una desviación de lo ideal y que la redención superará esta divergencia provienen ambas de la experiencia histórica. Esa experiencia fue la liberación de los esclavos hebreos, el Éxodo de Egipto. Alrededor de mediados del segundo milenio antes de la era común, la principal familia/tribu Israelita bajó desde Canaan a Egipto para escapar de la hambruna. A pesar de que incialmente fueron bien recibidos, los hebreos posteriormente fueron reducidos a la esclavitud. La mayoría se hundió en la apatía y el cansancio del servilismo. Incluso la cruel decisión de los egipcios de destruir al pueblo al matar a los niños hombres no implicó ninguna acción entre los israelitas. Entonces surgió un hombre llamado Moisés, un hebreo adoptado y criado en la corte egipcia. Trajo un mensaje del D's de los ancestros hebreos, llamando al pueblo a alabarlo y a avanzar a la libertad. En una notable serie de acontecimientos, los israelitas fueron liberados. Cuando posteriormente los egipcios los persiguieron, los hebreos fueron milagrosamente salvados y el ejército egipcio fue destruido. En un nivel, este es un incidente muy específico en la historia particular de una pequeña tribu del Medio Oriente. El evento completo fue tan oscuro en su momento que no existe ningún registro independiente de la liberación fuera de la crónica de este pueblo. (Sucede que además este pueblo, que nació a partir de este evento en particular, más tarde transformó la conciencia humana. Y su crónica se transformó en la Biblia, el libro más influyente en la historia humana). A otro nivel, sin embargo, toda esta experiencia resulta paradigmática. La esclavitud es meramente una versión exagerada de la realidad que todos los seres humanos deben soportar. La opresión y la privación no les resultan tan ajenos. El efecto más devastador de la esclavitud, a fin de cuentas, es que el esclavo internaliza los valores del amo y acepta su condición de servilismo como su estatus adecuado. La gente que vive en una condición crónica de pobreza, hambre y enfermedad tienden a mostrar patrones similares de aceptación y pasividad. Tal como ocurre con los esclavos, su privación se deriva de su condición social y económica, y luego se convierte en una realidad moral y psicológica.. Es esta realidad la que fue derrocada por el Éxodo. La liberación de los esclavos es el testimonio de que todos los seres humanos están llamados a ser libres. La Historia no terminará hasta que todos sean libres. El Éxodo muestra que D's es independiente del control humano. Una vez que esto es comprendido por los tiranos y sus víctimas, entonces todo el poder humano pasa a ser relativo. La libertad es el fin inexorable, pues sólo el poder absoluto de D's puede ser moralmente legítimo. Además, el Éxodo es la prueba de que D's se preocupa. D's escucha el clamor de los israelitas, vio su sufrimiento y los redimió. Pero el D's de Israel que actuó en el Éxodo es el D's de todo el mundo; el amor de D's abarca a toda la humanidad. La forma en que D's se involucra con Israel es una expresión concreta del amor materno universal de D's. En la historia judía, la moralidad del Éxodo, de la cual derivan la ética judía y los rituales judíos, paso a ser universal y se aplica a círculos cada vez más amplios de la humanidad. De forma que el Mesías y el concepto del reinado mesiánico en realidad están implícitas en el modelo mismo del Éxodo. La redención mesiánica es el Éxodo en forma más extensa. El impacto inicial de la experiencia de la redención fue la separación del pueblo judío de entre otros pueblos. El Éxodo es el comienzo de la existencia judía como pueblo santo (es decir, único). Después del Éxodo, los judíos siguen anclados en la historia; el camino del mundo continúa en la injusticia, la opresión y el sufrimiento. Por lo tanto existe una gran tensión entre el clamor del Éxodo y las normas operacionales del día a día. Esto coloca a los judíos más observantes en una postura opuesta al mundo, fuera del paso de la realidad. Hace que la fe judía sea un testimonio que los judíos deben entregar continuamente hasta que el resto del mundo sea persuadido. De modo que los judíos son testigos, extraños al modo habitual de vida y desafiantes, y no pocas veces son el objeto de temor y enojo. Los judíos y el judaísmo sí se comprometen con las realidad de un mundo aún no redimido, pero se pide de ellos un nivel especial de comportamiento ético- para acercarse a los estándares del Éxodo. Como muestra un botón: "Porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Egipto", los judíos reciben la instrucción de que deben tratar a la viuda, el huérfano, al extranjero y al que no posee tierras - aquellos que son vulnerables y marginales en toda sociedad- con compasión, generosidad y amor. La tierra fue distribuida a todas las familias. Las deudas eran anuladas al finalizar el año sabático, de modo que nadie necesitaba perder sus tierras por hipotecas. Y si, pese a todo, la tierra necesitaba ser vendida, entonces se encomendaba a los parientes más cercanos redimirla. Finalmente, si todo lo demás fallaba, la tierra era restaurada a sus dueños originales en el año del jubileo, de modo que no existieran personas sin tierra en forma permanente. Sin embargo, la experiencia de la redención no borra la realidad. La Biblia misma describe con bastante detalle que los esclavos judíos liberados acarreaban con ellos las cicatrices morales, la dependencia y el pesimismo de la condición de esclavos en su camino hacia la libertad. De hecho, el Faraón permaneció en el poder y pensó revertir el Éxodo. Esto llevó al derrumbe final del poderío del Faraón en el Mar Rojo. Aún así, la Biblia narra que muchos otros poderosos siguieron existiendo en el mundo para llevar a cabo medidas similares a las de Faraón- como Amalek, Midian, Moab, los Emoritas y muchos otros. No, el Éxodo no destruyó el mal en el mundo. Lo que sí hizo fue levantar una concepción alternativa de la vida. Si no fuera por el Éxodo, los seres humanos se habrían reconciliado con los males que existen en el mundo. El Éxodo restablece el sueño de la perfección y con ello crea la tensión que debe existir hasta que la realidad sea redimida. Este evento orientador aún no se ha convertido en una realidad permanente, ni para los judíos ni para el resto del mundo, pero apunta hacia el camino que lleva a la meta final y hacia la que debe ir toda vida y toda historia. Así, la historia cuenta, pero no es normativa; es un ámbito en el que debemos vivir, pero también debe ser desafiado y superado. El modelo del Éxodo implica que una sociedad entre D's y la humanidad llevará a cabo la transformación del mundo. A pesar de la glorificación de D's y de su poder divino en el relato bíblico, D's desde el principio depende del testimonio humano para que exista conciencia de la Divina Presencia. La accesabilidad de D's está sujeto al comportamiento del pueblo de Israel. El pacto judío, el compromiso del pueblo de vivir de acuerdo al Éxodo, apunta a una dependencia mutua. Más aún, en la medida que el Éxodo ocurrió dentro de la historia, así también la era mesiánica ocurrirá dentro de la historia. Esta idea contrasta con el desarrollo del mesianismo cristiano. Los primeros cristianos sintieron a Jesús como el redentor que estaba entre ellos. Al haber tenido la experiencia de la "presencia actual" del Mesías, los cristianos luego se vieron atormentados por las contradicciones entre su venida, que debería haber traído el Éxodo para todos, y la realidad de un mundo que seguía sin ser redimido. Una manera de resolver este conflicto fue negando que el Mesías había venido. Pero para algunos, la experiencia de su venida era demasiado fuerte como para negarla. Entonces se exploró otra explicación. De alguna forma la naturaleza de la redención mesiánica había sido malentendida; el verdadero mesías no estaba en el mundo externo físico, sino en el mundo interno espiritual. Llevados por la disonancia de la continua experiencia de un mundo sufriente, en el cual el abuso de poder seguía sin ser controlado, los cristianos terminaron por cambiar la noción misma del mesianismo. Tradujeron el concepto de la redención mesiánica a un estado de salvación personal, y con ello lo sustrajeron del ámbito de la historia. Al ofrecer esta solución actuaron sobre el modelo judío del Éxodo, pero resolvieron sus tensiones de una forma que finalmente los alejó del judaísmo. Los judíos que siguieron siendo judíos, que se mantuvieron leales al carácter histórico del Éxodo, continuaron insistiendo que la redención no sería completa sin una liberación social, política y económica, junto con la plenitud espiritual. ¿De dónde proviene la energía - la chutzpah- de Israel para continuar creyendo en la redención en un mundo que conoce el hambre masivo, el exilio político y la miseria de la gente que huye por su vida? ¿Cómo pueden los judíos dar testimonio de esperanza y valores humanos cuando han sido continuamente perseguidos, odiados, expulsados, destruidos? ¡De la memoria del Éxodo! "Para que recuerdes el día en que tú saliste de Egipto, todos los días de tu vida" (Deuteronomio 16,3). La tradición judía toma este ideal bíblico en forma literal. Pero mientras más gente comprenda las lecciones del Éxodo acerca de los valores humanos y del amor, más grande es el dolor que sienten frente a la explotación que es casi una rutina del mundo. La enormidad del sufrimiento humano, que continúa como si nunca hubiese habido un Éxodo, desafía la creencia de que alguna vez hubo un Éxodo. El mundo se burla del creyente, y le sugiere que estar vinculado al Éxodo es estar con las manos atadas. En una sociedad que considera supremo el poder personal, ¿por qué limitar las ganancias por un sueño etéreo?. Así, la fe en el Éxodo debe ser renovada continuamente si los judíos no han de someterse a las normas. ¿Cómo podemos crear un conjunto de experiencias del Éxodo tan poderosas como para diluir el impacto presente del mal? El desafío es hacer que la experiencia del Éxodo sea vívida en forma continua para enfretar, pero no borrar, las experiencias no redimidas de la vida. La meta no es huir de la realidad, sino tener la motivación para perfeccionarla. Para poder sobrellevar las contradicciones y no cejar fácilmente, la memoria debe ser una experiencia "real", algo que se sienta en los huesos y se saboree en la boca. Por eso es que gran parte de la religión judía consiste en revivir el Éxodo. "Recuerda.... todos los días de tu vida", dice la Torá. Los rabinos agregaron que el Éxodo debe ser narrado también cada noche. Es como si la esperanza amenazara con derrumbarse si no es reafirmada cada tantas horas. El recuerdo ceremonial del evento del Éxodo están incluidos en los textos del Pentateuco que se colocan dentro de los Tefillin (filacterias), y que se usan en los días de semana. La historia del Éxodo, completada con la canción de la redención junto al Mar Rojo, se recita diariamente en las oraciones, poco antes que la comunidad realiza la afirmación del rezo de la Sh'má que "El Señor nuestro D's es único". La esencia del evento del Éxodo se vuelve a contar y la bendición por la rendición se proclama inmediatamente antes que los judíos se levanten para recitar la oración silenciosa central (Shmone Esrei o Amidá), para pedir por sus necesidades personales o comunitarias. Los tzitzit se usan todos los días y son un recordatorio del Éxodo. Al seguir el régimen espiritual de escoger y restringir su comida, los judíos se recuerdan a sí mismos que D's los sacó de Egipto para ser santos y con ello dar testimonio frente al mundo. Shabbat se convierte en zejer l'yitziat mitzraim; los judíos viven este día en recuerdo del Éxodo. Cada semana, en el séptimo día, los judíos ejercen su libertad del Éxodo al no trabajar; sus sirvientes e incluso sus animales son liberados del deber de realizar su labor en Shabbat. El modelo de "revivir" muestra la delgada línea que existe entre lo sagrado y lo secular en el judaísmo. La celebración de Pésaj, de Passover, la conmemoración anual del Éxodo, pareciera ser enteramente una actividad ritual o "sagrada": hay comidas prohibidas (pan leudado), comidas especialmente preparadas y requeridas (pan sin leudar, hierbas amargas), y un tiempo santo en el cual está prohibido trabajar, pero se pide sacrificar y rezar. Sin embargo, revivir el Éxodo se traduce directamente en un comportamiento político (derrocar tiranos, liberar esclavos), un comportamiento en el ámbito económico (distribuir tierras a todas las familias), un comportamiento legal (justicia para los extranjeros y los huérfanos). La función psicológica de la observancia religiosa es confirmar y reforzar la convicción de que el Éxodo sí sucedió. Pero uno sería culpable de trivializar si mira el modelo de "revivir" en términos puramente psicológicos. Subyacente a todo el sistema ritual judío está la aseveración metafísica acerca de la naturaleza de la realidad- y específicamente, del tiempo. El Éxodo nos enseña que la historia no es una recurrencia eterna - que siempre se repite pero que nunca progresa - sino un flujo de tiempo con una dirección. La historia no es un ciclo sin sentido, sino un camino en el cual la sociedad entre D's y los seres humanos está operando para perfeccionar el mundo. El tiempo es lineal y no sólo meramente circular; todos los seres humanos están caminando hacia el fin de los tiempos, cuando se logre finalmente la paz y dignidad para toda la humanidad. A través de las generaciones esta visión de la historia ha sido una enorme fuente de esperanza, que galvaniza a los seres humanos para realizar esfuerzos de envergadura que mejoren sus condiciones de vida. Especialmente en los tiempos modernos, este concepto - en su forma secularizada- ha sido el motor del liberalismo con su promesa de progreso, y las revoluciones radicales con sus expectativas de rupturas con lo anterior, e incluso de apocalipsis. Pero en la comprensión cultural moderna, el tiempo se percibe sólo en forma lineal; una vez que se vive, se fue. De ahí que existe una fuerte tendencia a considerar al pasado como irrelevante. De hecho, muchos movimientos modernos dejan de lado el tiempo sagrado por considerarlo una proyección, un opio para las masas. Sin embargo, el judaísmo insiste que el pasado es asequible y todavía tiene algo que decir. El judaísmo lo celebra como un canal presente para acceder a lo Eterno, y como fuente de esperanza y de renovación para las masas. A través del ciclo anual de las fiestas y de otros rituales, el pasado puede ser rescatado para infundir significado al presente. Passover, el Éxodo, no es una vieja experiencia de anticuario: es una realidad presente. El sabor de la perfección de un Passover o un Shabbat genera insatisfacción; esto es lo que previene a los judíos de caer en el equilibrio con la realidad en la que él o ella vive. Así, en forma genuinamente dialéctica y judía, el tiempo es tanto lineal como cíclico. El clamor implícito de Pésaj es que en su tiempo sagrado y su ritual, los creyentes pueden dar un paso más afuera del flujo normal y secular del tiempo y pueden revivir el Éxodo mismo. Periódicamente los estudiosos opinan acerca de cuál es el evento más influyente de todos los tiempos. Hasta hace poco, la lista la encabezaba la Revolución Industrial; no pocas veces gana la Revolución Francesa, y para los marxistas, sin duda fue la Revolución Rusa el evento cúlmine. Los cristianos apuntan a la vida y muerte de Jesús, mientras que los musulmanes destacan las revelaciones de Mahoma. Sin embargo, cuando los judíos celebran Pésaj están conmemorando lo que puede ser el mayor evento de la historia - el Éxodo de Egipto. Si fuera sólo porque el Éxodo generó directa o indirectamente los otros eventos importantes que citamos, eso ya lo convierte en el hecho esencial de la historia humana. El Éxodo transformó al pueblo judío y su ética. Los Diez Mandamientos comienzan con las palabras: "Yo soy el Señor tu D's que te sacó de Egipto, de la casa de la esclavitud". Ni el dinero ni el poder, ni un sistema político ni un sistema económico pueden pedirnos lealtad absoluta. Todos los clamores humanos resultan relativos en la presencia de D's. Y esto es clave para la democracia. Por la magia de los valores compartidos y de una historia en común, el Éxodo no es un relato antiguo, por muy importante que sea; es la redención recurrente, una y otra vez; es la redención pasada y futura de la humanidad. Es el hecho más importante de la historia porque no ocurrió una vez, sino que vuelve a suceder cada vez que la gente se abre y vuelve a entrar en este evento. |