HISTORIA JUDÍA
Esta sección está construída fundamentalmente
sobre la obra de Simon Dubnow Manual de la Historia Judía.
Cuando se incorporen textos de otros autores se indicará
debidamente.
ANTIGÜEDAD (Siglo XX A.E.C. a Siglo VII E.C.)
CAPÍTULO II.- LOS JUDÍOS
EN EGIPTO.
La vida en Egipto.- Muchos años habían transcurrido
desde que la tribu de Jacob o Israel emigrara de Canaán hacia
el vecino Egipto. La tribu hebrea, que se componía en un
principio de setenta almas, se multiplicó con el tiempo hasta
llegar a ser un pueblo numeroso, que se hacía llamar Bnei-Israel,
o sea, Hijos de Israel, para distinguirse de los demás pueblos
que se consideraban descendientes de Abraham e Isaac, mas no de
Jacob. Vivían los judíos en Gosen, región ubicada
al este de Egipto, regada por un afluente del Nilo. Disponían
allí de vastas llanuras para sus manadas, y podían
vagar libremente por el país.. Sin embargo, muchos de ellos
se fueron acostumbrando paulatinamente a la vida sedentaria, residían
en casas en lugar de tiendas y se iban multiplicando con gran rapidez.
Al legar a Egipto, cuenta la tradición, las familias de los
doce hijos de Jacob contaban en total alrededor de setenta almas.
Con el tiempo estas familias se transformaron en tribus, cuyos miembros
ascendían a millares. Cada tribu se llamaba según
el nombre del hijo de Jacob del cual descendía. La mayor
(más antigua) de todas era la de Rubén, que se dedicaba
a la ganadería, incluso en el Egipto. La más numerosa
era la de José, disgregada en dos tribus (según los
nombres de los dos hijos de José). Venían luego las
tribus de Simeón, Leví, Judá, Zabulón,
Dan, Gad, Aser, Neftalí y Benjamín. Cada tribu tenía
sus ancianos y jefes, mas no existía un jefe común
para todas las tribus. A pesar de eso, no se cortó el vínculo
entre ellas. Únanlas las mismas concepciones religiosas y
el recuerdo deque provenían de los mismos ascendientes: Abraham,
Isaac y Jacob o Israel. Los israelitas no se fusionaron con los
egipcios; no obstante, el régimen de vida y las costumbres
de éstos ejercieron gran influencia sobre ellos. Formaban
los egipcios, en la antigüedad, el pueblo más civilizado
de la tierra. Poseían ricas ciudades, densamente pobladas,
espléndidos templos para sus divinidades, sacerdotes que
conocían muchas ciencias y guerreros que emprendían
lejanas campañas bélicas. Los reyes egipcios o Faraones
hacían edificar, con los brazos de millares de esclavos,
palacios inmensos, pirámides y tumbas. Conocían ya
entonces los egipcios muchas artes, como, verbigracia, la construcción,
el riego y la escritura. De ellos aprendieron los hebreos algunas
artes y oficios y muchos hasta remedaron sus hábitos. Empero,
no hubo ni pudo haber un acercamiento completo entre éstos
dos pueblos; por el contrario, reinaba entre ellos un odio constante.
La religión egipcia, con su grosera adoración de los
animales causaba repugnancia a los judíos, que conservaban
la fe e un D´s único. Por su parte, los egipcios miraban
con desprecio al pueblo judío, que les resultaba extraño
y se diferenciaba de ellos por su religión y por sus costumbres.
Cuanto más aumentaba el número de los israelitas,
tanto mayor era la hostilidad que les demostraban los egipcios.
Los Faraones y sus funcionarios hostigaban a los hebreos por ser
extranjeros y más adelante los trataron como a un pueblo
vencido, como señores a sus esclavos.
La esclavitud en Egipto.
Nacimiento de Moisés.- Algún tiempo después
de la muerte de José, surgió en Egipto un nuevo rey,
hostil a los judíos. Para evitar que el pueblo hebreo se
tornase poderoso, resolvió esclavizarlo. Obligó a
los judíos a desempeñar trabajos pesados en beneficio
de la corona. Se les forzaba a cavar tierra, a edificar ciudades,
palacios y monumentos para los reyes, a fabricar barro y ladrillos
para construcciones. Se designaron inspectores especiales que cuidaban
con celo que estos trabajos se ejecutasen fielmente. En esta forma
edificaron para el Faraón dos ciudades, Pitom y Ramsés.
Empero, cuanto más se les oprimía, tanto más
se multiplicaban, con harto disgusto de los egipcios. Entonces ordenó
el soberano que todos los judíos del sexo masculino fueran
ahogados en el río y que sólo se dejara con vida a
las niñas. Esa orden fue cumplida con implacable severidad.
El pueblo hebreo estaba en peligro de extinguirse totalmente. En
aquellos días aciagos, a un miembro de la tribu de Leví,
llamado Amram, le nació un hijo que la madre escondió
durante tres meses para que los egipcios no lo ahogaran Mas, como
no pudiera seguir ocultándolo, tomó una barquilla
de juncos, colocó en ella al niño y lo puso en un
carrizal a orillas el Nilo. La hermana del niño, Miriam,
se paró a distancia para ver lo que acontecería con
él. Llegó en aquel momento, para bañarse en
el río, la hija del Faraón, acompañada de sus
doncellas, y descubriendo la canasta, mandó ver lo que contenía.
Era un pequeñuelo que lloraba. Compadecióse la princesa
de él, y dijo: De los niños de los hebreos es
éste. Entonces se aproximó a ella Miriam, diciéndole:
¿Iré a llamarte un ama de las hebreas para que
te críe el niño?. Obtuvo el permiso, fue en
busca de su propia madre, a la que la hija del Faraón le
ordenó que criara al niño. La madre, jubilosa, tomó
al pequeñuelo y lo crió. Cuando el muchacho hubo crecido,
fue llevado a la hija del Faraón y ella lo educó como
si fuera un hijo suyo, dándole el nombre de Moisés,
que significa salvado de las aguas.
Juventud de Moisés.
Su huída al desierto.- Aun cuando Moisés crecía
libremente bajo la tutela dela familia real, no había olvidado
la servidumbre y los padecimientos de sus correligionarios. Contemplaba
con amargura y pesadumbre como se esclavizaba a sus hermanos, como
se les obligaba a ejecutar trabajos pesados y se les ofendía
a cada paso. Un día, el joven Moisés salió
a examinar los trabajos de los hebreos y vio que un egipcio castigaba
a uno de los obreros. Irritado por esta crueldad y notando que no
había nadie en su derredor, mató al desalmado egipcio,
enterrando su cadáver en la arena.. Pero no tardó
en saberlo el Faraón y quiso castigar a Moisés, quién
huyó al desierto que se extiende en la comarca del Mar Rojo,
entre Egipto y Canaán. Llegó hasta un lugar ocupado
por pastores de la tribu madianita, emparentada con los hebreos.
Se detuvo en un pozo y vio llegar siete mozas que venían
a buscar agua para abrevar sus ovejas. Eran las siete hijas del
sacerdote madianita Jetró. No habían terminado aún
su tarea las muchachas cuando acudieron varios pastores y las ahuyentaron
del pozo. Moisés salió en defensa de las jóvenes
y abrevó sus ovejas. Las mozas regresaron a su casa y contaron
al padre que cierto emigrante de Egipto las había protegido
contra los groseros pastores. El sacerdote madianita invitó
a Moisés a su casa y estrechó rápidamente amistad
con él. Agradóle a Moisés la vida de esa gente
sencilla y desposó a una de las hijas de Jetró, Sefora,
convirtiéndose así en miembro de aquella pacífica
familia pastoril. Mas tampoco allá dejó de pensar
en la servidumbre de sus hermanos y en el modo de libertarlos. Un
día, mientras estaba apacentando la manada de su suegro,
internóse con ella en el desierto, cerca del Monte Horeb
(Sinai). Allí, relata la Biblia, se le apareció una
visión maravillosa. Vio una gruesa zarza envuelta en llamas,
que ardía y ardía sin consumirse. De pronto oyó
una voz de en medio del fuego: No te llegues acá; quita
los zapatos de tus pies, porque el lugar en que tu estás,
tierra santa es. Yo soy el Ds de tu padre, Ds de Abraham,
de Isaac, de Jacob. He visto la aflicción de mi pueblo que
está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus
opresores. He descendido para librarlos de mano de los egipcios
y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra
que fluye leche y miel, a los lugares del Cananeo. Ven por tanto
ahora y enviarte he a Faraón, para que saques a mi pueblo
de Egipto. Espantado escuchó Moisés estas palabras
y contestó, trémulo: ¿Quién soy
yo para que vaya a Faraón y saque de Egipto a los hijos de
Israel? Y cuando yo llegue a los hijos de Israel y les diga: El
Ds de vuestros padres me ha enviado a vosotros y ellos
me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿que
les responderé?. Y respondió Ds a Moisés:
Yo soy el que soy. Ve, y junta a los ancianos de Israel y
diles que yo sacaré a mi pueblo de la aflicción de
Egipto; y a Faraón, rey de Egipto, le dirás qué
Adonai, el Ds de los hebreos, exige que los deje salir al
desierto para servir a su Ds. Volvió a replicar
Moisés, tembloroso, que era torpe de lengua y que tendría
dificultad en expresarse delante de Faraón. Pero Ds
le prometió sacarlo de apuros y le ordenó que llamara
en su ayuda a su hermano mayor, Aarón. Desconcertado por
todo lo que había oído, regresó Moisés
a la casa de su suegro, tomó a su mujer y a sus hijos y volvió
con ellos a Egipto.
CAPITULOIII
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